8 de junio de 2015

Día común - Doble vida


Luego de la inesperada aparición de Marcelo me sentí profundamente culpable, un desconocido y nuevo sentimiento en mi nueva vida. Decidí abandonar mi retiro estival y volver a la ciudad junto a Marcelo para devolverle algo de lo que me había dado.

Consideré doloroso pero necesario despedirme del maravilloso mundo de Soledad y desprenderme del egoísmo que me había hecho encerrar en la inmensa soledad de mi mente. No sin dudarlo, ya que temí perder ese contacto con mi interior y el progreso que, si bien no era tangible, yo sentía estaba logrando en la reconstrucción de mi persona.

No sé si fue el hecho de encontrarme en la entrepierna de una mujer o el haberse descompensado por ello o mismo mi desmayo posterior, pero lo cierto es que Marcelo abandonó su postura de observador inmóvil para demostrar clara y abiertamente sus sentimientos hacia mí.

En un principio me mostré reacia, si bien había decidido volver con él y dejar atrás el mar tampoco iba a poder entregarme fácilmente a su predicado amor, mucho menos cuando yo recién podía apenas comenzar a sentir piedad y un incipiente cariño hacia mi ser partido.

Así transcurrieron varios meses, bailando juntos pero separados la danza de la seducción imperfecta.

En ese tiempo me reinserté en la vida laboral, un poco por obligación y otro motivada por la intriga de qué me generaría una actividad rutinariamente normal. Conseguí un puesto de secretaria en un estudio de abogados gracias, cuando no, a la influencia y los contactos de mi mecenas/pretendiente. Por supuesto que no tenía idea de cuáles serían mis funciones ni de como funcionaba un estudio legal. Pero descubrí que contaba con una asombrosa capacidad de aprendizaje y en pocos días ya manejaba mis funciones satisfactoriamente.

La actividad diurna, más verme asiduamente con Marcelo redujo mis escapadas nocturnas a mi mente, pero eso era algo que jamás me abandonaría por completo. De hecho, obligada por las circunstancias, desarrollé el método para ir y venir fugazmente en cualquier momento y lugar en busca, ya sea de paz o de refugio.

Así en plena actividad laboral, desbordada por algún momento de demanda extrema, volaba a esconderme un rato en mi cerebro.

En ese ejercicio diario comencé a construir los cimientos para los recuerdos de mi nueva vida. Puse mi accidente como la piedra dolorosamente necesaria para la fundación de este nuevo ser, la hospitalización como los primeros pasos y así fui adhiriendo ladrillo tras ladrillo buscando crear la edificación más fuerte jamás vista por el hombre, una tan grande y poderosa que ni el mayor golpe del destino pudiera destruir.

También seguí intentando reconstruir lo que alguna vez debe haber sido un rancho frágil y de paja del que no quedaban ni los escombros, transformando dicha tarea en ciclópea y a primer golpe de vista inútil. Pero mi vista no era nada simple sino todo lo contrario así que poco a poco logré rescatar algunas de las pajas perdidas por el extenso desierto de mi memoria.

Mis días se repartían entonces entre el ejercicio de acostumbrarme a llevar una vida supuestamente normal para los cánones de la sociedad en la que desarrollaba mis tareas laborales, pagaba mis impuestos, aceptaba las salidas con Marcelo y hacía todo con mi mejor máscara acorde al papel que requería interpretar cada circunstancia. Sólo en la intimidad de mi mente me desnudaba y mostraba mi verdadera esencia, me abría por completo a mis escasos e imperceptibles fragmentos de memoria que encontraba desperdigados por ahí.

Rutina hacia afuera, aventura hacia dentro.

La doble vida de Luna.


Banda de Sonido: Día Común - Doble Vida - Soda Stereo

No hay comentarios:

Publicar un comentario