Los primeros días transcurrieron con total quietud y serenidad.
Limité mi subsistencia en aquel sitio, a las mínimas e imprescindibles visitas al almacén del barrio, las suficientes para atiborrarme de una considerable cantidad de provisiones como para prolongar al tope mi suprema clausura.
Extendí mi solitario hábito y prolongué mis repetidas ceremonias nocturnas. Las semanas pasaron despaciosamente y me fui enamorando del despoblado paraje. Me sentía feliz por primera vez, o al menos era la primera ocasión dichosa que recordaba.
Pero sin quererlo ni provocarlo, dejé de estar sola.
Q paradojico no?
ResponderEliminarSerá ibas encontrando esa paz -sobre todo interior- q tanto buscabas (:
Y el tema de Ale, me encanta, muy buena elección.
Te mando un besote! =)
Qué bueno que tuvieras la posibilidad de estar en un lugar alejado de todo y de todos... eso fue fundamental y fuiste afortunada en poder hacerlo.
ResponderEliminar¿Quién rompió con tu soledad?
Andre, así es...
ResponderEliminarMadie, siempre ansiosa ja ja!! No me arruines el suspenso -igual no digas nada pero en el post, si lees con atención e imaginación, está dicho quién rompió mi soledad :)- shhhhhhhh
Hermoso poder alejarse de todo y de todos!!!!
ResponderEliminarSi lo viviste, te felicito, aunque... me pasa como a Madie, quién apareció??????
Un beso enorme y gracias por tu visita!!!!
te sigo.
ResponderEliminarPaula, igual le dije que a Madie, paciencia...
ResponderEliminarJulieta, gracias!!!