27 de julio de 2016

Anthropology


Los días siguientes volví a encerrarme en mi mente. Las noches a la luz de la luna cobraron nuevamente protagonismo y me ausenté del mundo real.

En el trabajo dije estar enferma y me tomé unos días y a Marcelo esperaba no verlo por un tiempo después de lo sucedido así que era libre de pasar las horas autoencarcelándome en mi maldito y traicionero cerebro.

Así luego de varios viajes al desierto de lo conocido, una noche me pareció vislumbrar algo nuevo. ¿Nuevo? ¿O sería algo viejo de mi antigüo ser que por primera vez se revelaba ante mis ojos? Tal vez el reciente episodio había destrabado algo en mi comatosa memoria.

Lo cierto es que eso nuevo/viejo se apareció ante mí con una forma punzante y rígida, largos brazos puntiagudos sobresalían de un cuerpo macizo y deforme. A simple vista resultaba atemorizante, parecía estar hecho para ahuyentar amenazas convirtiéndose en una amenaza mayor. Estaba diseñado para una defensa infranqueable. Me acerqué a tocarlo y una descarga eléctrica me arrastró afuera.

Sacudí mi cabeza, estaba otra vez en la realidad de mi hogar, sentada en el piso y apoyada en un rincón al abrigo de la claridad lunar. Mi mente acababa de expulsarme, el sistema anti ataque que alguna vez parecía haber desarrollado me protegía inclusive de mí misma.

Pero si quería ir más allá y averiguar que había generado semejante nivel de paranoia defensiva tendría que hallar el modo de penetrar mis propias defensas. Una vez más mi mente era mi mayor enemigo y principal obstáculo hacia alguna de las verdades ocultas en el jeroglífico de mis recuerdos.

Banda de sonido: Anthropology - Charlie Parker

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